¿Ya nadie hace la debida diligencia?
Este artículo surgió como consecuencia de un artículo que vi en el Financial Time del 30 de Noviembre del 2022 cuyo título era ¿Ya nadie hace la debida diligencia?
En este artículo se hace mención a los cada vez más numerosos casos de inversiones fallidas por parte de fondos soberanos y el financiamiento que se le dio a las criptoempresas, pero en el pasado ya existieron otros casos similares, como es el de Theranos, una empresa que proponía un revolucionario método de análisis de sangre, pero que nadie realmente se puso a analizar el plan de negocio, tecnología utilizada y si realmente funcionaba, sino simplemente se le dieron millones y millones pensando que su fundadora Elizabeth Holm sería el próximo Steve Job.
Y en este artículo se plante una pregunta, que después como veremos también es aplicable a nosotros como auditores, ¿Ya nadie hace la debida diligencia? Y más en una empresa de inversión que se supone que va a destinar fondos de sus clientes a financiar proyectos que tal vez no tengan el menor sustento económico.
Como dice el artículo, en el pasado la debida diligencia suponía enviar a un banquero a una mina de hora para verificar que dicha mina realmente producía oro, contratar contadores para examinar los libros, pedir a los abogados que identificaran los contratos que podrían resultar problemáticos en el caso de quiebra.
Y este razonamiento viene de la mano del temor de los inversionistas, como dice el artículo, de perderse el próximo Amazon o Google, “los inversionistas comenzaron a elegir a empresas en función a quien era la primera en formar parte de la ronda de financiación en lugar de si el plan de negocios del emprendedor tenía sentido”.
Y todo esto sumando a una época en que las tasas de interés se mantenían bajas, por lo tanto los fondos de inversión institucionales asignaban más y más dinero a los fondos de inversión privada quienes levantaron todo tipo de barrera para poder invertir el gran volumen de dinero disponible en cualquier inversión no importara el riesgo.
¿Ya nadie hace un análisis racional del riesgo?
De este primero razonamiento surge un segundo concepto relevante, los bajos tipos de interés movilizaron a muchos inversores a buscar rentabilidad más allá de lo que cualquier análisis razonable de riesgo permitiría.
La tolerancia al riesgo, que es ese porcentaje de riesgo que cualquier organización está dispuesta a aceptar, siempre teniendo en cuenta parámetros razonables, de tal forma que este riesgo no pueda afectar la continuidad del negocio, llegaron a límites desconocidos.
Los procedimientos de gestión de riesgos o bien no fueron tenidos en cuenta o bien no se realizaron de forma apropiada, dejando librados al azar numerosos riesgos, o bien no considerándolos, o bien finalmente teniendo márgenes de riesgo residual que prácticamente no mitigan de forma apropiada o bien ni siquiera mitigaban, los riesgos existentes.
Esto es aplicable tanto para quienes invirtieron en esas empresas como para quienes las dirigían.
En unas declaraciones realizadas por John Ray III, el nuevo CEO de FTX designado dado el acogimiento de la empresa al capítulo 11 de la ley de quiebras americana dice “Esto es un desfalco anticuado. Es simplemente tomar dinero de los clientes y usarlo para su propio propósito. Nada sofisticado”
Evidentemente ni quienes invirtieron, ni quienes estaban dentro de la organización vieron estos riesgos, ni las entidades de Gobernanza, ni tal vez quienes tiene que regular estas nuevas actividades se pusieron a pensar en los riesgos que podían genera estas nuevas actividades.
No por nada una noticia del 6 de Diciembre nos informa que el Instituto de Auditores Internos (IIA) pide al congreso de los EE. UU. que promulgue políticas de gobierno corporativo adecuadas para las criptoempresas con sede en Estados Unidos luego del fiasco de FTX.
En esta propuesta el IIA demanda dos aspectos:
- El congreso debe exigir que todas las entidades criptográficas con sede en los EE. UU. y sus socios tengan funcione de auditoría adecuadas que satisfagan todos los requisitos de la industria,
- Todas las criptoempresas con sede en EE. UU., también deberían estar obligadas a proporcionar certificaciones anuales de idoneidad en su control interno, con una evaluación realizada por una entidad de auditoría externa independiente,
Como vemos es fácil opinar con el diario de ayer, pero de lo que si nos damos cuenta es que fallaron todos los métodos relacionados con análisis y gestión de riesgos en estos casos.
¿Ya nadie tiene en cuenta el control interno?
Tomando otro comentario del nuevo CEO de FTX quien dijo “nunca había visto un falla tan completa de los controles corporativos. Y una ausencia tan completa de información financiera en la que se pueda confiar”.
Es evidente que en la decisión de inversión no se tuvo en cuenta el marco de control interno existente en este tipo de empresas, lo que debió haber sido una “bandera roja” no fue tenido en cuenta en pos de la rentabilidad, de privilegiar el invertir primero en empresas que tal vez puedan convertirse en futuros Apple, Amazon o Google, pero con tal de llegar primero, se levantaron cualquier tipo de mecanismos de análisis previos como ser Diligencias Debidas, análisis de riesgos, evaluación del marco de control interno de la empresa en la que se invertirá.
Y en este sentido, es destacable que todos los que forman parte de esta cadena, en la cual también podemos incluir a los organismos regulatorios, empresas de auditoría etc. fueron afectadas por una especie de “canto de sirena” que finalmente a diferencia de la Ilíada de Homero, terminó llevando al barco a estrellarse contra los rocas.
En cuanto a los auditores, muchas veces es difícil no caer bajo el embrujo de los sofisticado, de lo complejo, pero hasta ahora siempre he podido aplicar un sencillo razonamiento, el dinero no surge de la nada, el dinero no se multiplica a tasas irracionales, si no logramos entender el ciclo del negocio y de generación de la rentabilidad de una empresa, empecemos a sospechar. Por último, el control interno no es algo que pasa de moda, sino que según el informe COSO “es un proceso llevado a cabo por la dirección y el resto de las personas de una entidad, diseñado con el objeto de proporcionar un grado de seguridad razonable en cuanto a la consecución de los objetivos dentro de las siguientes categorías:
-Eficacia y eficiencia de las operaciones
-Confiabilidad de la información financiera
-Cumplimiento de las leyes, reglamentaciones y normas que sean aplicables
Como vemos en su definición, el control interno no es una moda, es una obligación que cualquier empresa e inversionista debe exigir para garantizar transparencia.